CORAZÓN Y DEPORTE

HACER DEPORTE ES SEGURO Y RECOMENDABLE.

  1. En personas mayores de 35 años que nunca han hecho deporte y planean empezar a hacerlo o que quieren aumentar de manera importante la intensidad del deporte que ya practican (por ejemplo, un corredor que quiere empezar a correr maratón), realizar una evaluación cardiológica completa (historia clínica especialmente dedicada a detectar la presencia de factores de riesgo cardiovascular, exploración física, electrocardiograma, ecocardiograma, prueba de esfuerzo y analítica de sangre).
  2. En personas menores de 35 años realizar al menos una valoración inicial con historia clínica, exploración física, electrocardiograma y ecocardiograma (este último según los hallazgos previos).
  3. En personas de cualquier edad que presentan alguno de los signos de alarma, realizar una valoración cardiológica integral lo antes posible.

Según la Encuesta de Hábitos Deportivos 2015 publicada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, el 53 % de los españoles mayores de 15 años practicaron algún deporte en el año anterior (60 % de los hombres y el 48 % de las mujeres). Casi el 20 % lo hicieron diariamente. Por debajo de los 35 años, lo hicieron el 75 % del total de la población, y un 30 % de las personas entre 65 y 74 años.

Estos datos, aunque mejorables, pueden considerarse buenos porque, aunque la práctica deportiva puede tener riesgos, globalmente hablando diversos estudios han mostrado que las personas que practican deporte tienen una media de 30 % menos riesgo cardiovascular que aquellas de la misma edad que son sedentarias.

El entrenamiento frecuente provoca una serie de adaptaciones cardiovasculares (CORAZÓN DE DEPORTISTA) que tienen como objetivo poder aumentar el bombeo de sangre del corazón a frecuencias cardiacas más bajas permitiendo así aumentar más cómodamente el consumo de oxígeno que exige la actividad. Los practicantes habituales de deporte tienen una frecuencia cardiaca más baja en reposo y unos ventrículos más dilatados y algo más gruesos (hipertrofia). Estos cambios son más llamativos cuando la frecuencia e intensidad del entrenamiento es mayor y varían algo según el tipo de deporte realizado. El problema reside en que a veces estos cambios se parecen mucho a los que los cardiólogos encontramos en ciertas enfermedades cardiacas y es muy importante saber diferenciarlos.

La situación más trágica asociada al deporte es la de la MUERTE SÚBITA, que es de origen cardiovascular en más del 90 % de los casos (sobre todo por arritmias malignas como la fibrilación ventricular). En España no hay estadísticas definitivas sobre la incidencia de muerte súbita relacionadas con la práctica deportiva. Entre deportistas federados, en los últimos años se producen unas 120 muertes anuales, lo que supone una incidencia alrededor de 3 muertes por cada 100.000 deportistas. Sin embargo, la incidencia debe ser mayor ya que esta entidad es más frecuente entre personas mayores de 35 años que con más frecuencia no están federados.

Las causas más frecuentes de la muerte súbita son muy variadas y dependen de la edad del deportista. En deportistas mayores de 35 años la causa más frecuente es la arteriosclerosis coronaria (infarto de miocardio). En los deportistas menores de 35 años las causas más frecuentes son las enfermedades del músculo cardiaco por alteraciones genéticas (miocardiopatías) o por infección/inflamación (miocarditis), y las cardiopatías congénitas (alteraciones del origen o el recorrido de las arterias coronarias, enfermedades valvulares). Las miocardiopatías son la causa más frecuente en deportistas jóvenes y existen muchos tipos de ellas: miocardiopatía hipertrófica y miocardiopatía arrítmica del ventrículo derecho (las más frecuentes), síndrome de QT largo, síndrome de QT corto, síndrome de Brugada, taquicardia ventricular catecolaminérgica).

Un aspecto muy importante es que más del 50 % de los deportistas que sufren una muerte súbita no tienen ningún síntoma previo que haga sospechar la existencia de una enfermedad subyacente y el diagnóstico solo puede hacerse por una valoración cardiológica especializada con la que podrían evitarse muchas de estas muertes. Por otra parte, en otras personas si ha habido signos de alarma previos, que deben llevar a un estudio cardiológico lo más pronto posible. Estos SIGNOS DE ALARMA son: 1) antecedentes en familiares cercanos de enfermedad cardiaca o de muerte súbita, sobre todo si se ha producido antes de los 60 años de edad, 2) la aparición durante la práctica deportiva o justo después de la misma de mareo/pérdida de conocimiento (síncope), dolor o molestia en el pecho, palpitaciones, fatiga o falta de aire inusual, 3) la presencia de un soplo cardiaco o 4) la existencia de alguna alteración sospechosa en el electrocardiograma.

Basándonos en todo la anterior nuestras RECOMENDACIONES son:

  1. En personas mayores de 35 años que nunca han hecho deporte y planean empezar a hacerlo o que quieren aumentar de manera importante la intensidad del deporte que ya practican (por ejemplo, un corredor que quiere empezar a correr maratón), realizar una evaluación cardiológica completa (historia clínica especialmente dedicada a detectar la presencia de factores de riesgo cardiovascular, exploración física, electrocardiograma, ecocardiograma, prueba de esfuerzo y analítica de sangre).
  2. En personas menores de 35 años realizar al menos una valoración inicial con historia clínica, exploración física, electrocardiograma y ecocardiograma (este último según los hallazgos previos).
  3. En personas de cualquier edad que presentan alguno de los signos de alarma, realizar una valoración cardiológica integral lo antes posible.
Deporte y Corazon