EL EJERCICIO ES EL MEDICAMENTO MÁS BARATO.
Recomendaciones mínimas para personas sin cardiopatía conocida
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EJEMPLO DE TIPO DE EJERCICIO
Ejercicio físico moderado | Ejercicio físico intenso |
Caminar rápido (a un ritmo de 4-5 Km/h) | Correr a 5-6 Km/hora |
Nadar en piscina trayectos cortos | Nadar en piscina (200-300 metros) |
Bicicleta a menos de 15 Km/h | Bicicleta a más de 15 Km/h |
Tenis por parejas | Tenis individual |
Baile de salón | Hacer huerto (cavar, etc). |
Caminar en pendiente o llevando peso | |
Bailar (sevillanas, música caribeña, tango) |
Desde los años 50 del siglo XX se ha venido acumulando una gran cantidad de información científica que nos indica sin ningún género de duda que la actividad física previene las enfermedades cardiovasculares y reduce la muerte por dichas enfermedades e incluso la muerte por cualquier causa (por ejemplo, el cáncer). Esto es verdad para cualquier edad, sexo o raza. Tanto es así que actualmente se estima que el SEDENTARISMO causa tantas muertes en el mundo como el tabaquismo, sencillamente porque hay más personas sedentarias que fumadoras.
Los efectos protectores del ejercicio se deben a múltiples causas que van más allá del hecho de mantener el peso o adelgazar: mejoran la capacidad cardiorrespiratoria, reduce la tensión arterial, mejora la cifra de azúcar en la sangre (particularmente en las personas diabéticas), mejora las cifras de colesterol, cambia ciertos componentes de la sangre que disminuye su capacidad de hacer trombosis. Además, las personas que se comprometen a hacer ejercicio físico regularmente suelen tener hábitos más saludables: siguen una mejor dieta, tienen menos tasa de tabaquismo, tienen menos depresión, estrés o ansiedad, etc. Es decir, consiguen controlar mejor los conocidos factores de riesgo cardiovascular.
Los efectos beneficiosos de la actividad física también se producen en personas que ya tienen o han tenido una enfermedad cardiaca. En estos casos, la actividad física se debe adecuar al tipo de enfermedad y a la gravedad de la misma. En general, fuera de los episodios agudos, hay poquísimas situaciones en las que no sea recomendable la realización de algún grado de ejercicio. No obstante, es fundamental un diagnóstico y evaluación previa de la situación funcional por parte de un cardiólogo. En estos casos, la realización de un programa de REHABILITACIÓN CARDIACA por un servicio especializado en la misma ha demostrado una gran eficacia para disminuir la repetición de episodios agudos e incluso para prolongar la esperanza de vida.
Para evitar riesgos, en personas sanas el ejercicio también debe adaptarse a cada situación personal. No es igual la recomendación para una persona habitualmente activa que para otra sedentaria que quiere empezar a hacer ejercicio o para una persona que tiene dificultades para hacer ejercicio (por ejemplo, por artrosis). Para ello, es conveniente realizar una VALORACIÓN PREVIA de cada situación que, además, puede identificar factores de riesgo o enfermedades hasta ahora ocultas.