HIPERTENSIÓN ARTERIAL / LA ASESINA SILENCIOSA

RECOMENDACIONES

  1. Es recomendable empezar a tomarse la tensión arterial a partir de los 50 años de edad (en mujeres antes si empezaran con la menopausia). En caso de antecedentes familiares de hipertensión, empezar a tomarse la tensión a partir de los 40 años.
  2. Acostumbrarse a comer con poca sal (“quitar el salero de la mesa”). Tener en cuenta que muchos alimentos pueden contiener altas cantidades de sal (conservas, pan, embutidos, comidas preparadas, algunas leches, quesos, galletas, etc).
  3. Perder peso. Aumentar las frutas y verduras en la dieta diaria.
  4. Hacer ejercicio habitualmente.
  5. No fumar.
  6. Reducir el consumo de alcohol (1 o 2 vinos al día) y de bebidas enérgeticas.
  7. Para la medida de la tensión en domicilio, usar aparatos de manguito de brazo. No son recomendables los aparatos de manguito en la muñeca o en el dedo.
  8. Si se detecta hipertensión por primera vez, consultar al médico. Hacerse un electrocardiograma y una analítica de sangre y orina.
  9. Si ya se está diagnosticado, cambiar los hábitos de vida ya descritos y tomar la medicación rigurosamente. Hacer revisiones según la prescripción facultativa (cada 3-6 meses según los casos).

La hipertensión arterial es el FACTOR DE RIESGO para enfermedades cardiovasculares más frecuente en nuestra sociedad. En un estudio reciente realizado en España en personas mayores de 18 años se ha encontrado que casi la mitad de la población española es hipertensa y de estos más de un tercio están sin diagnosticar. Entre las personas tratadas por hipertensión solo una de cada tres está bien controlada.

Se define como hipertensión unas cifras mayores o iguales de 140/90 mmHg, aunque en personas mayores de 80 años, cifras de hasta 150 mmHg pueden considerarse aceptables. Las cifras entre 120 y 140 mmHg para la tensión máxima (sistólica) y entre 80 y 90 mmHg para la tensión mínima (diastólica) se conocen como prehipertensión.

Algunas personas pueden notar algún síntoma cuando tienen la tensión alta (dolor de cabeza, mareo, malestar general). El problema reside en que, en la inmensa mayoría de los casos, la tensión alta no da ningún síntoma. Sin embargo, sus efectos perjudiciales se producen igualmente y estos son muy graves. Si no se trata, la hipertensión mantenida se asocia a enfermedad coronaria (INFARTO DE MIOCARDIO), ARRITMIAS CARDIACAS (fibrilación auricular), INSUFICIENCIA CARDIACA, ICTUS y HEMORRAGIAS CEREBRALES o daño del riñón (INSUFICIENCIA RENAL).

Pero, ¿por qué hay tantas personas hipertensas actualmente? La primera causa en países como el nuestro es el envejecimiento de la población ya que la tensión arterial sube con la EDAD, sobre todo la tensión máxima (tensión arterial sistólica). Aunque sea consecuencia de la edad, los efectos dañinos de la hipertensión arterial sistólica son los mismos que se han mencionado antes, y múltiples estudios han demostrado que su tratamiento adecuado mejora mucho el pronóstico. La edad es un factor que no se puede cambiar. Sin embargo, los otros dos grandes factores causantes de hipertensión arterial en el conjunto de la población sí pueden modificarse y son la OBESIDAD y el alto contenido de SAL en la comida. Muchos estudios han comprobado que es muy difícil controlar la hipertensión, aunque se tome correctamente la medicación, si el paciente obeso no pierde peso o se sigue comiendo con mucha sal. Otros factores asociados con hipertensión son el consumo continuado de ALCOHOL y el TABACO, ambos muy frecuentes en nuestra sociedad. También existe una componente GENÉTICA ya que está demostrado que la hipertensión es hereditaria (de padres hipertensos, hijos hipertensos). Menos del 5 % de los casos de hipertensión se deben a la existencia de otras enfermedades (renales, hormonales y APNEA DEL SUEÑO) que tienen su propio tratamiento.

Un aspecto muy importante es que la hipertensión suele aparecer en combinación con otros factores de riesgo cardiovascular, fundamentalmente obesidad, diabetes, tabaquismo y colesterol elevado. El riesgo conjunto de varios factores de riesgo es mucho mayor que la simple suma del riesgo de cada uno de ellos por separado. Por tanto, es fundamental no centrarse solo en la hipertensión sino también valorar el perfil de riesgo global y hacer un tratamiento integral de cada caso.

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